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Llorente conduce un balón en San Mamés.
Una demostración de solvencia
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Una demostración de solvencia

El Alavés controla al Athletic con un brillante ejercicio defensivo liderado por Laguardia, aunque no acierta en sus puntuales y claras ocasiones para rematar el partido

Fernando Ruiz de Esquide

Domingo, 8 de enero 2017, 10:38

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Avanza la temporada ya en 2017, los retos se complican y el Alavés crece. La escuadra albiazul, que no encaja un tanto fuera en la Liga desde el pasado mes de octubre, ofreció este domingo una demostración de solvencia para amarrar un sabroso punto en Bilbao. Un bocado deportivo incluso discreto, al que le faltó colmillo en las claras ocasiones de Camarasa y Deyverson, las mejores de todo el partido, para convertirse en detellada. Un alimento, eso sí, energético para la hinchada albiazul, en otra época acostumbrada a que su equipo se derritiese en este partido de rivalidad siempre señalado en el calendario. Derbis hay muchos, de distintos colores y amabilidades esta temporada, pero para la mayoría de aficionados alavesistas ninguno que deje una sonrisa tan amplia ante un resultado positivo.

Nadie como Laguardia encarnó en San Mamés el papel de futbolista de referencia para un equipo que vive de su fortaleza defensiva. El Athletic, que atravesaba este domingo un difícil periodo entre guerras en su eliminatoria copera ante el Barcelona, dejó pese a todo sobre el césped a su dúo de cabecera Aduriz-Raúl García. Ese tipo de futbolistas que en duelos de menor frescura rojiblanca suelen resolver en acciones aisladas con un tajo certero o, en caso contarrio, se especializan en encontrar la rendija por donde colar la daga al rival o complicar la tarde al árbitro.

Dudas iniciales y al poste

Este domingo, el central albiazul se despachó a gusto ante los dos veteranos. Su animada charla entre sonrisas con el delantero local a pocos minutos del final demostró, además, que disfrutó de la refriega. Como quedó claro, no es un tipo el aragonés al que uno quiera encontrarse en el callejón oscuro del área. Bien secundado por sus compañeros, se multiplicó en cada balón dividido, además de aplicar el torniquete físico y la contundencia para apretar las clavijas cuando fue necesario. También, junto a una esforzada zaga albiazul y la ayuda de todos, puso el cierre al siempre temible juego aéreo vizcaíno. Muchos córners, casi ningún remate claro.

Era un partido con muchas incógnitas, que solo aumentaron cuando se conocieron los onces iniciales de ambos equipos. La sorpresa albiazul llegó con la suplencia del tocado Pacheco, que se añadía a la obligada por sanción de Theo Hernández. Dos de los tres o cuatro futbolistas albiazules con más peso en el juego y los resultados estaban fuera de órbita. Valverde, por su parte, cuadraba sus números de minutos con la entrada de Elustondo por la banda derecha, que nunca encontró la profundidad. Rico y Beñat oxigenaron el eje rojiblanco y Williams, al final incisivo, descansó de inicio. Al Athletic le dio para media hora de empuje sin excesiva chispa, con más llegada que ocasiones, aunque Raúl García y, sobre todo Laporte en un cabezazo, rozaron el tanto.

El Alavés arrancó atenazado, aferrado únicamente a su notable ejercicio defensivo. El rival apretó a Llorente en la salida y ganó casi todas las segundas jugadas para inclinar el campo. Sin opciones para que el fútbol albiazul pudiera enlazarse, con Deyverson y Camarasa como esforzados atletas en busca del balón. Pero no siempre hay relación entre el juego y el fútbol, así que un mal despeje local acabó con el valenciano mano a mano ante Iraizoz. El meta rojiblanco, que acababa de relevar al lesionado Kepa, solo pudo mirar, ya superado por el remate, cómo el balón se estrellaba en la base interna del palo.

Equilibrio en el límite

Desde entonces hubo otro partido, mucho más equilibrado y siempre en el límite. Femenía, de lo mejor hasta el descanso, profundizó con Toquero por la banda. Apareció la amenaza albiazul. Valverde, condicionado por el primer cambio por lesión, tiró con todo después para dar entrada a San José y Williams. Sin red a media hora para el final. Ante un Alavés bastante cómodo por momentos, donde Manu García y Llorente daban empaque al equipo. Sin estridencias, pero con esa sensación de oler sangre ante un rival adelantado. No apareció, sin embargo, la acción desequilibrante. Más bien otro error local, con la relajación de un Laporte que dejó escapar sobre la línea a un Deyverson pleno de fe. Iraizoz logró taparle.

El duelo había entrado en combustión. Con Edgar y Katai ya sobre el césped, buscando la velocidad. Sobre el alambre, con Williams inquietando por su banda, bombardeo de córners sobre la meta de un Ortolá seguro en su estreno liguero, pero también esa posibilidad de conectar una contra letal. Ni unos ni otros afinaron en un choque de mucho trabajo y poco brillo con el balón. Pero el Alavés camina firme y el derbi refuerza el paso y la dirección albiazul. Competir al límite y defender sin concesiones. Es el cóctel que, más allá del acierto, ofrece puntos.

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