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Equipo que ascendió a Primera.
La mayor goleada

La mayor goleada

Historias en albiazul. 1955 ·

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Martes, 9 de noviembre 2021

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La mayor goleada albiazul en Primera División tuvo lugar en un partido disputado en Mendizorroza contra el Valencia, el 20 de marzo de 1955. El resultado final fue un inapelable 7-0 a favor del Deportivo Alavés. No ha sido el encuentro en que el equipo vitoriano ha marcado más goles en la máxima categoría, pues en noviembre de 1932 había vencido al Racing de Santander por 8-2, pero sí la mayor diferencia de goles jamás conseguida en Primera.

Ese 7-0 tuvo lugar en un contexto en que estos marcadores abultados no eran tan infrecuentes como ahora, pues entonces se jugaba decididamente al ataque: el propio Alavés, además de endosarle 8 tantos al Racing en 1932, encajó en sus primeras temporadas en Primera varias goleadas apabullantes. Sin embargo, en 1955 nadie esperaba una victoria tan contundente del club babazorro. De hecho, este iba en la clasificación el tercero por la cola, a solo un punto de la zona de descenso, mientras el Valencia ocupaba el cuarto puesto en la tabla. Los días anteriores se especulaba en Vitoria con la dificultad del encuentro, augurando «muchas dudas ante el resultado».

En este contexto, el 7-0 fue una sorpresa para todos, por lo que es lógico que los titulares de prensa reflejaran un entusiasmo sin límites. EL CORREO tituló: «El buen juego del Alavés cristalizó en una gran victoria: Venció rotundamente al Valencia por el tanteo de 7 a 0». Por su parte, 'Norte Exprés' destacaba a toda página: «Magnífica actuación del Alavés ante el Valencia, al que goleó por 7-0: El equipo valenciano se vio dominado de principio a fin del encuentro». La prensa de la ciudad del Turia admitió que el resultado «de escándalo» era completamente justo, pues el Alavés había protagonizado «una gran tarde plena de fútbol, el mejor que se ha visto en esta temporada». Reconoció incluso que el árbitro se había 'tragado' dos claros penaltis en el área valencianista y solo pudo encontrar una disculpa parcial a la humillación che: la tromba de agua que cayó un cuarto de hora antes del partido y que continuó durante casi los noventa minutos, dejando «agua y barro por doquier» sobre un terreno de juego en pésimas condiciones.

Por parte local, todo eran alabanzas para el equipo, ante un espectáculo «que hacía mucho tiempo que no se veía en Vitoria». Magníficamente dirigidos por la «línea de volantes» formada por Kaiku e Ibarra, el Alavés había desplegado «un fútbol de primera categoría, que asombra al Valencia, completamente desordenado y desconcertado». Lo curioso es que había quien había sostenido esa temporada que los alavesistas «no eran capaces de marcar un gol», pero las dianas de Echeandía, Erdocia, Wilson y Primi aún pudieron ser más. Fue «una brillante tarde de nuestro equipo que, en vena de aciertos, jugando el juego que debía hacerse con un campo como el que dejó la lluvia caída al comenzar el partido, con velocidad, coraje, preparación física y muchas ganas de triunfo, supo batir amplia y limpiamente a un equipo de la categoría del Valencia».

Los comentaristas destacaron que el Alavés no solo tenía ganas sino también calidad, y hablaron de la suerte, ese factor tan escurridizo como clave: «Y es que, en contra de lo que algunos opinan, el Alavés posee algo mas que entusiasmo y voluntad. Posee juego, un juego tan preciosista como el que más, bien trenzado y eficaz. Esos siete goles a todo un Valencia, a una de las mejores defensas españolas, a uno de los conjuntos más potentes, indican que hay capacidad goleadora. Pero siempre y cuando, para ello, la suerte ruede un poquito de cara, cosa que hasta ahora no ha sucedido».

Curiosamente, el mejor del Valencia fue el defensa vitoriano Juan Carlos Díaz Quincoces, sobrino del famoso jugador albiazul Jacinto Quincoces, de quien heredó su apodo futbolístico. Quincoces II llegó a formar parte del Alavés una década más tarde, pero ni siquiera su profesionalidad y su buen hacer como valencianista pudieron evitar el histórico triunfo albiazul en esa tarde memorable de 1955.

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