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Atlético-Alavés | Liga Santander Jornada 30

En las garras de las circunstancias

Un penalti tonto de Lejeune entierra las ilusiones de un discontinuo Alavés que malogra su momento en el Wanda y queda varado en el fondo de la tabla

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Sábado, 2 de abril 2022

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El Deportivo Alavés está atrapado en las garras de sus propias circunstancias. De las muchas cosas que hace mal, de las que salen mal cuando parece que las hace bien, de los famosos detalles que deciden los partidos. De la montaña rusa de emociones en las que viaja en cada encuentro, tan discontinuas y errantes como su fútbol, que ante el Atlético volvió a quedarse a medias. Sí pero no. A ratos, no muchos, sí; pero al final siempre termina ganando el no. El conjunto albiazul, oprimido por sus errores, tuvo su momento en el Wanda. O quizás fueron simplemente las ganas de soñar.

Donde menos te lo esperas. Y cuando menos te lo esperas, porque la primera parte había sido un drama futbolístico, el de un equipo que temblaba en defensa y no sabía que hacer el balón en los pies. Por eso sorprendió tanto ese tramo del partido en el que el equipo de Mendilibar, mucho más decidido en ataque tras el descanso, logró nivelar el marcador e incluso llego a parecer más convencido que un rival superior de poder llevarse la victoria. Empate a uno y licencia para fantasear. Llegó entonces el penalti tonto de Lejeune que enterró las ilusiones vitorianas, pisoteadas al final por un resultado abultado.

Atlético de Madrid

Oblak, Vrsaljko, Savic, Giménez (Felipe, min. 86), Reinildo, Lodi (De Paul, min. 46), Marcos Llorente (Cunha, min. 73), Kondogbia, Lemar (Carrasco, min. 46), Joao Félix y Griezmann (Luis Suárez, min. 61).

4

-

1

Alavéz

Pacheco, Tenaglia, Laguardia, Lejeune, Duarte (Ximo Navarro, min. 46), Escalante, Tomás Pina (Pellistri, min. 78), Pere Pons (Manu Vallejo, min. 46), Edgar (Loum, min. 78), Luis Rioja (Miguel, min. 86) y Joselu.

  • Goles 1-0: min. 11, Joao Félix. 1-1: min. 63, Escalante. 2-1: min. 75, Luis Suárez. 3-1: min. Joao Félix. 4-1: min. 90, Luis Suárez.

  • Árbitro Melero López (Comité Andaluz). Mostró amarilla a Llorente,

  • Incidencias Partido de la 30ª jornada de Liga, disputado en el Metropolitano ante 51.465 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del padre del Cholo Simeone, fallecido el pasado jueves.

Las malditas circunstancias de un equipo al que la moneda siempre le sale cruz. Aunque tampoco se puede hablar de suerte cuando el desenlace es el mismo invariablemente. Errores defensivos, laguna de concentración, demasiados minutos de un fútbol sin luces... Si la clasificación pone a cada uno en su sitio, la realidad es que el Alavés es ya oficialmente el peor equipo de Primera División. Por méritos propios, eso es evidente. Por su inconstancia, por su inconsistencia. Los chispazos siguen siendo insuficientes para prender la llama y, después de todo, los defectos pesan siempre más que las virtudes. Y a falta de ocho jornadas para el final, no resulta sencillo encontrar algo a lo que agarrarse.

Mendilibar reforzó el centro del campo con Pina y Pons -por Loum y Vallejo-, con la clara intención de taponar las vías internas del Atlético, al que de inicio dio el balón y el espacio. Pero el Alavés salió destensado. Como si este partido no fuera con su guerra, como si se supiera incapaz de rascar algo en un escenario como el Wanda. Solo así se puede entender que se dejara sorprender tan fácil dos veces seguidas. La primera (m.9), cuando Lodi pilló la espalda de Tenaglia y acabó en gol de Lemar, fue anulada por fuera de juego.

En la segunda, solo un minuto después, el cómodo remate de Joao Félix a las redes subió al electrónico. Incomprensible que el portugués cabeceara tan solo en el punto de penalti. Griezmann había sacado de sitio a Lejeune, Vrsaljko centró demasiado cómodo para ser el único rojiblanco en banda contra dos albiazules -carrilero contra lateral y extremo- y Laguardia descuidó la vigilancia del luso. Qué sencillo resulta desajustar a este Alavés. El castillo de naipes de Mendilibar se había caído nada más empezar.

El duelo entró entonces en una fase de roces, choques, encontronazos e interrupciones, incluido un manotazo de Lodi a Edgar en el área que ni el árbitro ni el VAR contemplaron como acción punible -se llevaría después otro sin castigo Pina en el centro del campo-. Y el juego se convirtió en un lodazal futbolístico en el que el Alavés era incapaz de dar dos pases seguidos. El conjunto vitoriano se metió en el partido con el empeño que le había faltado de inicio, pero es como si jugara a oscuras. Estéril con la pelota, solo podía encontrar la rendija del peligro forzando errores en el rival, pero un envío en profundidad de Joselu a Rioja al que llegó antes Oblak fue toda la producción del ataque babazorro en la primera mitad. Seguía vivo, al menos, ante un Atlético que, sabiéndose muy superior, había quedado atrapado por la aspereza de un encuentro tosco y feo.

Tras el descanso Mendilibar buscó reavivar su ataque con la entrada de Manu Vallejo por Pere Pons, que había acabado tocado. Antes Edgar y Rioja ya habían intercambiado sus bandas. Y por surgieron los rayos de la esperanza albiazul. El delantero gaditano volvió a mostrarse activo entre líneas y regeneró las intenciones ofensivas vitorianas. Un equipo más decidido. Con la convicción, al menos, de que tenía capacidad para inquietar al rival. Y el canario fabricó desde la izquierda el tanto del empate. Preciso centro que Escalante remató a la perfección a la red.

Un nuevo partido que tenía el balón más cerca del área de Oblak que de la de Pacheco. Con sus riesgos, porque el Atlético se encuentra más a gusto con espacios que con la posesión. Pero el Alavés ya creía. Hasta que dejó de hacerlo. Es lo que tiene la fe, que conlleva dudas y contradicciones. Y los dogmas del campeonato se empeñan en llevar la contraria a un Alavés creyente. Esta vez en forma de absurdo penalti de Lejeune. Torpe el francés cuando le encaró Cunha en el área. Midió mal al meter la pierna y el árbitro no lo dudó. Lo era, aunque los albiazules le seguían dando vueltas al manotazo a Edgar que también pudo haberlo sido. Los detalles tampoco sonríen. El perro flaco y las pulgas.

Y Luis Suárez no perdonó (m.74). Y, aunque quedaba aún un cuarto de hora, el partido se acabó ahí. El Alavés se acabó ahí. Grogui tras ser derrumbado en su mejor momento. Los postreros goles de Joao Félix y el charrúa de nuevo fueron solo el desenlace de un equipo roto por las circunstancias. Incluso pudieron caer más si no llegan a mediar Pacheco y Tenaglia. Más tierra sobre las esperanzas albiazules. Qué complicado es soñar.

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