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Domingo, 22 de mayo 2022
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Mendizorroza asistió este domingo a una fiesta ajena en su funeral. Prácticamente, la única celebración de toda la campaña. Volveremos, se desgañitaba la grada, y a los responsables de la confección de la próxima plantilla alavesista corresponde que sea más pronto que tarde. Porque la concatenación de errores en todos los aspectos que atañen al club ha resultado flagrante en la presente campaña y, lo que es peor, conocida con antelación sin que nadie tomara las medidas adecuadas. Tras dos años y medio de deriva y un último ejercicio de deshecho para enviar directamente a los contenedores de reciclaje. Sin saber muy bien dónde desprenderse del cartón, el plástico y el vidrio futbolístico, el cuadro albiazul facilitó con su última derrota la agónica salvación del Cádiz.
Deportivo Alavés
Sivera, Tenaglia, X. Navarro, Lejeune, Duarte (Javi López, min. 58), Pere Pons, Loum, Martín (marc Tenas, min. 62), Jason (Vallejo, min. 58), Manu García y De la Fuente.
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Cádiz CF
Ledesma, Iza Carcelén, Luis Hernández, Fali (Cala, min. 72), Espino, Rubén Alcaraz (José Mari, min. 71), Álex Fernández, Rubén Sobrino, Idrissi (Salvi, min. 82), Lucas Pérez (Alarcón, min. 82) y Álvaro Negredo (Lozano, min. 71).
Gol: 0-1 Lozano (min. 76)
Árbitro: Sánchez Martínez (Murcia) amonestó a Luis Hernández (min. 26)
Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo octava jornada de Primera división disputado entre el Alavés y el Cádiz en Mendizorroza.
Quién más quién menos, tal vez bajo un síndrome de Estocolmo deportivo, sintió una extraña solidaridad con el conjunto gaditano y sus aficionados. Vivir una agonía como la que experimentó este domingo el cuadro de Sergio sobre el césped resulta tan natural para los seguidores albiazules que solo cabía sentirla de alguna manera como propia. Que una escuadra como la amarilla, un flan de nervios y limitaciones este domingo y con un rendimiento muy discreto durante meses haya conseguido la permanencia en la máxima categoría sólo habla, en realidad, de que era difícil no estar al menos a su altura. El Alavés ha hecho lo posible, en realidad, para no estar a la altura de nadie.
El duelo que había arrancado desde la perspectiva albiazul con las ausencias en la alineación de Pacheco, Laguardia, el sancionado Escalante, Rioja, Joselu... Las lógicas variaciones ante un partido intrascendente para los vitorianos y límite en el caso de los gaditanos. Con las protestas del público antes del inicio, las referencias a no 'arrastrarse' sobre el césped y los gritos de dimisión dirigidos a la directiva. Porque no solo el descenso sino la posición de colista era un hecho antes del comienzo. Como la sensación de que el club se ha dejado llevar durante demasiados veranos en las contrataciones hasta que ha aparecido el indeseable y crudo invierno deportivo de la Segunda División. En resumen, demasiadas condiciones externas poco favorables para que Mendizorroza pudiera asistir a un duelo mínimamente atractivo en su despedida de Primera tras seis temporadas con los mejores. El mapa de las emociones correspondía prácticamente en su totalidad al Cádiz y vaya si acabó sacándole rendimiento. Una de esas salvaciones in extremis e incluso inesperadas, por el empate del Granada, que se narrarán durante años por la Tacita de Plata.
A un Alavés serio y correcto simplemente no le dio para finiquitar a un adversario en estado de emergencia y que pudo dejar a un lado todas sus esperanzas por incapacidad para imponerse cuando lo necesitaba. La falta de gol albiazul ha sido una constante durante 38 jornadas. Tampoco varió este domingo la tendencia. Un recuperado Miguel mostró cierta chispa, Jason su capacidad para caracolear y provocar problemas al rival y Manu García cierto criterio inicial para mantener el balón y buscar los espacios. De nuevo fuegos de artificio que rara vez explotan en el área. Casi todos los acercamientos antes del descanso eran albiazules. La sensación de peligro, no obstante, apenas aparecía junto a la meta gaditana. Más de lo mismo. Falta de calidad para resolver en las zonas calientes. Combinar y rematar son dos verbos que prácticamente no se han conjugado en los últimos diez meses. Mucho centro sin destinatario y poco más. Hasta que tras el paso por los vestuarios el duelo viró ante las obligaciones gaditanas y la nula capacidad alavesista para hacer daño. Así que en la única acción precisa del duelo, Lozano aprovechó un centro medido de Iza para colocar al Cádiz en ventaja. De nuevo sobre un aguacero, tal vez síntoma de que rayos y truenos han asolado Mendizorroza esta temporada.
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Quizás por pura lógica, también apareció el VAR para salvar al conjunto amarillo y evitar el empate del Alavés. En un penalti señalado por Sánchez Martínez y que Medié Jiménez hizo revistar desde el monitor. En la última toma, todo apuntaba a que Espino tocaba el balón más con el brazo que con el hombro. Una decisión arbitral que vale una permanencia gaditana y un descenso nazarí. Todos intuímos qué hubiera sucedido si el Alavés hubiese estado directamente implicado en un lance tan determinante. Pero, claro, no hay excusa cuando desde dentro todo se hace al revés. Habrá que ver si alguien es capaz de ponerlo en poco meses del derecho. Volveremos, sí. Hace falta saber cuándo.
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