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Manuel ‘Txipiron’ Olivares, autor del tanto albiazul.
Victoria en Balaídos
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Victoria en Balaídos

Los antecedentes históricos son muy favorables al Alavés, que ha eliminado al Celta siempre que ambos equipos se han enfrentado en Copa

Santiago de Pablo

Martes, 7 de febrero 2017, 12:07

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Todos esperamos con ilusión la eliminatoria contra el Real Club Celta de Vigo, que podría dar paso a la primera final de Copa de la historia albiazul. Los antecedentes históricos son muy favorables al Alavés, que ha eliminado al Celta siempre que ambos equipos se han enfrentado en Copa. Además, celtiñas y babazorros han disputado numerosos partidos de Liga. La primera vez que lo hicieron fue muy pronto, el 3 de marzo de 1929, en Segunda División, en la primera temporada de la historia de la Liga.

La exitosa trayectoria previa del Alavés hizo que el encuentro se esperara con «entusiasmo», pese a que había tres jugadores con problemas físicos: el portero Beristain, que había estado enfermo, y los lesionados Ciriaco y San Martín. Este último tenía «una herida en el tobillo sin cicatrizar» y finalmente no pudo disputar el encuentro, aunque viajó como suplente, junto al segundo guardameta, Juanito Díaz. Sí pudieron hacerlo los otros dos futbolistas cuya convocatoria era dudosa, por lo que el Alavés jugó con Beristain, Ciriaco, Quincoces, Urquiri, Antero, Albéniz, Modesto, Crespo, Olivares, García e Ibarrarán.

Pero antes del partido en sí, el Alavés aún tenía que superar otra dificultad, pues hoy no nos hacemos idea de lo que suponía un viaje de Vitoria a Vigo en 1929. Dado que ambas ciudades estaban muy mal comunicadas por tren, la única opción era el autobús. El 1 de marzo a las 8 de la mañana salía la expedición albiazul, con idea de llegar a comer a Palencia. Les acompañaba el delegado del equipo, que era ni más ni menos el exdiputado monárquico liberal Gabriel Martínez de Aragón Urbistondo que, tras enemistarse con Primo de Rivera se hizo republicano, siendo a partir de 1931 gobernador civil de Álava, fiscal general de la República y presidente del Consejo de Estado. Según el diario La Libertad, «la marcha fue tan agradable que rebasaron bastantes kilómetros del itinerario previsto y pernoctaron en Ponferrada». Aunque hoy nos parezca risible, la prensa se congratuló de que el viaje se hubiera hecho «a una media de 45 kilómetros por hora, que ya es correr para un autobús».

La dureza del viaje no desalentó a los alavesistas. Aunque en la primera parte del choque el Deportivo tuvo «viento y sol de frente, lo cual imposibilitó bastante el desarrollo de su juego habitual», dominó casi por completo el partido. Y ello a pesar de que a los 11 minutos Ciriaco cometió un claro penalti, al dar con la mano al balón dentro del área. Por suerte para los vitorianos, Losada elevó demasiado el balón, saliendo por encima del larguero. En la segunda parte, el dominio alavesista dio sus frutos: el delantero Olivares «de un shotazo incrustó el balón en las mallas, consiguiendo de este modo el único gol de la tarde y, con él, la victoria para nuestro equipo». Según las crónicas, en los celestes «se notó una falta de moral inmensa», debido a la ausencia de varios de sus titulares, siendo «verdaderamente milagroso que los alaveses no aprovecharan esa desgana para aumentar su tanteo».

Por su parte, el cronista deportivo de Heraldo Alavés destacó que el equipo albiazul había ganado «por la mínima». Y añadía un comentario que casi podría aplicarse al actual equipo: «Ese es el Deportivo cañón, el de los grandes acontecimientos. Ese es nuestro Deportivo. A nosotros, sinceramente, nos convence ese Deportivo semejante a los boxeadores que ganan a los puntos. Una guardia cerrada y un punch ataque no muy fuerte, pero que le basta para sacar la ventaja necesaria para que al final del combate el árbitro levante su mano declarándole vencedor».

Tras la victoria, aún quedaba el largo viaje de vuelta: el autobús no llegó a Vitoria hasta el martes 5 al mediodía. Poco antes, había regresado el único aficionado alavés que se desplazó a Vigo a animar a su equipo. Era el industrial Severiano Lorente, «que tuvo la humorada de acudir en coche a presenciar el partido».

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